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Dijo La Nación

Drama

El león de la Metro

Seres perdidos en algún rincón de la Argentina

Miércoles 30 de marzo de 2011 | Publicado en edición impresa
 
Dos artistas callejeros conviven en un territorio pueblerino. Un ex boxeador que busca ganar dinero desafiando a quien esté dispuesto a darle pelea y una bailarina/actriz/écuyère que sigue los mandatos del hombre y sale a las esquinas a buscar desafiantes, entre piruetas circenses y discursos que nunca termina de aprender bien.
Ellos parecerían cargar frustraciones múltiples. Y su única esperanza parece ser ganar algo de dinero para escapar uno, de los recuerdos que acercan un pasado de felicidad y éxitos, y la otra, tratando de construir un presente promisorio que le posibilite desarrollar su arte y construir un futuro menos patético.
El mundo de él es el más determinante, porque unas cartas traen aspectos de una realidad/enamoramiento por un tiempo destacable. Cuando conoció a Frida Kahlo y el discurso de León Trotsky le enseñó que un futuro mejor era posible. Pero, claro, él se instaló en la Argentina y, en su cabeza, los acordes de la Internacional se mezclaron con la marcha peronista. De ahí en más, todo parece haberse transformado en su vida en un desesperado deseo: desafiar a alguien para poder dar pelea y seguir con vida.
El león de la Metro es un espectáculo poco reconocible dentro de la producción de Cecilia Hopkins. La artista sale de sus notables experiencias en las que solía cruzar el teatro con la danza o con estéticas performáticas, para meterse de lleno en una producción teatral de cualidades realistas, donde una dramaturgia apoyada en la palabra construye un mundo sombrío y muy conmovedor.
Hopkins demuestra en escena un registro interpretativo muy amplio, que le posibilita no sólo exponer sus dotes de muy buena actriz, sino además de una intérprete muy completa que puede ampliar ese registro, ya sea cantando o manejando con exquisitez técnicas de manipulación de cintas y banderas. León Iskovich, si bien demuestra corrección a la hora de construir su personaje, no llega a conseguir el dramatismo necesario para dar mayor potencia a la acción y así exponer con fuerza a ese hombre débil, en apariencia, pero con un pasado muy atractivo que moviliza, en definitiva, esta historia.
Inmersos en un marco escenográfico atractivo, estos seres perdidos en algún rincón de la Argentina siguen viviendo arrastrando un pasado conflictivo. Sólo podrán reconocer sus realidades si deciden andar sus respectivos caminos en soledad, aunque resulte doloroso.
Texto y dirección: Cecilia Hopkins. Con : C. Hopkins y Leon Iskovich. Escenografia y vestuario: Daniel F. Martinez. Diseño caballito: Daniel Dondero. Espacio sonoro: Milena Machado. Iluminacion: Guillermo Merzari. Sala: Teatro del Abasto. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena